viernes, 27 de noviembre de 2009
Mercado Imperfecto
La escasa información y el direccionamiento que reciben los pacientes por parte de médicos y cadenas de farmacia, hacen que la mayoría de peruanos consuma medicamentos más caros.
La diferencia de precio entre el medicamento que inicialmente me sugirió la química farmacéutica respecto del que finalmente compré fue de S/.0,62 por tableta. Sin duda, se trata de una cifra significativa, que no hubiera podido ahorrar si no fuera porque tengo acceso a una información que me permitió insistir, comparar precios y elegir la alternativa más barata que me ofrece el mercado.
Pero lo que para mí significó un ahorro, para un 36,2% de la población que vive en pobreza, puede convertirse en la diferencia entre pagar o no un tratamiento para un miembro de su familia, que sufre de alguna enfermedad.
Es quizá esta última razón por la que en su mensaje a la nación del pasado 28 de julio el presidente Alan García hizo una invocación clara y directa a su ministro de Salud, Óscar Ugarte, y a los diferentes actores de la industria farmacéutica: “Requiero al ministro Ugarte iniciar un diálogo con los laboratorios nacionales y extranjeros para concertar una política de reducción de precios. No puede ser que los peruanos todavía sigan pagando medicamentos más caros que en otros países”, afirmó García.
Y no se equivocaba. Según datos al 2008 de IMS Latin America (entidad que provee de información estadística sobre la industria) el Perú se ubica en el puesto nueve de un ránking que compara a más de 16 países de Latinoamérica, al tener un precio promedio de US$7,13 por medicamento. Así, las medicinas peruanas están más caras que las de sus vecinos de Chile, Ecuador y Colombia, y que las de Uruguay, Argentina, Nicaragua y Panamá.
¿Pero qué hace al mercado peruano más caro? Las respuestas son diversas y complejas. Y es que estas no solamente obedecen a un serio problema de información (que impide que el consumidor haga funcionar el mecanismo de la competencia al comparar y elegir el medicamento que más le conviene) sino también a una larga “lista de imperfecciones” que la mayoría de consultados para este informe coincide en señalar se presentan en cada uno de los eslabones de la cadena. Veamos por qué.
¿DIFERENCIAS?
López afirma que las cosas se complican más porque la competencia que existe en la industria farmacéutica es imperfecta.
“El usuario tiene la noción de que lo que le recetan es insustituible. Si el doctor te dice “compra amoxil” o cualquier otra marca de su preferencia (alentado por una estrategia de márketing) será difícil que consideres un producto similar, a pesar de que este tenga un precio inferior”, dijo. Pero eso no es todo.
El ejecutivo asegura que la falta de información que existe en el mercado hace que el consumidor desconozca que un medicamento innovador y el genérico comparten la misma sustancia activa y que, por lo tanto, su efecto en el organismo es el mismo. Esa falta de información también se refleja en la composición del mercado, pues en el Perú el 50% de las ventas corresponde a medicamentos genéricos de marca. “La gente cree que en el mercado existen tres tipos de medicamentos: el innovador, el genérico de marca y el genérico (a secas). Y no repara en que el genérico de marca y el genérico, son lo mismo: una copia del original. Eso es aprovechado por los laboratorios en un medicamento como la amoxicilina. Algunos deciden llamarla Amoxil o Velamox, a pesar de que ambas son copias, pero por solo ponerle una marca lo venden a un precio ligeramente menor que el innovador, aunque bastante por encima del genérico”, explica Dongo, de Digemid.
POSIBLES SALIDAS
La lista de imperfecciones que se presentan en este mercado es extensa y se necesitaría un segundo informe para continuar enumerándolas. Sin embargo, también es importante analizar qué aspectos deberían considerarse para lograr una reducción en el precio de las medicinas.
Para Luis Caballero, presidente de la Asociación de Industrias Farmacéuticas de Origen y Capital Nacionales (Adifan), lo que está faltando en el Perú es ampliar el consumo de los medicamentos genéricos para que la población tenga la opción de acceder, a través de ellos, a un menor precio final. “Si existiera una decisión política para impulsar el consumo de genéricos, el consumidor podría saber que tiene la posibilidad de elegir entre un medicamento de marca, como Tamiflu, que cuesta US$60 en una clínica, y un genérico, que combate con la misma efectividad la gripe AH1NI, pero que vale US$4”, precisó.
Sin embargo, Janice Sein- feld, profesora de la Universidad del Pacífico, dice que antes de impulsar una agresiva política de genéricos, el Estado debe controlar adecuadamente la calidad de las medicinas (entre ellas, varias importadas y comercializadas sin mayor control).
López opina que el Estado debería tomar una actitud mucho más decidida y entrar a regular el mercado, tal como se hace en Ecuador, Canadá, Brasil y España.
“Todos los demás países tienen una actitud mucho más proactiva. Se instalan observatorios para evitar que los precios se disparen y se establecen márgenes máximos de venta para evitar los abusos de algunos fabricantes. Y es que no están hablando de cualquier mercado, sino de uno que involucra la salud de miles de peruanos”, comenta.
Y, claro, también recomienda trabajar un tema fundamental: el acceso a la información. Un aspecto que, al parecer, entiende bastante la Digemid. “La mejor manera de promover la competencia es informando. Es por eso que, en breve, lanzaremos un software que será alimentado por productores y boticas, y que permitirá al usuario hacer una comparación a través de Internet. Así, por ejemplo, si vives en Jesús María, podrás ingresar el nombre del medicamento que deseas comprar y saldrá una lista con las mejores opciones (incluyendo la de los genéricos) y las boticas que te ofrecen una alternativa más económica”, asegura.
Eso no sería lo único. También emprenderán una política de promoción al consumo de genéricos.
Ambas iniciativas forman parte de un paquete de medidas que el Gobierno espera hacer públicas en menos de un mes y que contribuirán a reducir el precio de las medicinas. Estaremos atentos.
NO DIERON RESPUESTAS
Cadena de silencio
Para elaborar este informe contactamos en forma insistente a la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos (gremio que agrupa a los laboratorios de capital extranjero), la cual, al enterarse de que parte del artículo iba orientado a discutir la competencia y los precios de las medicinas, optó por no participar. Lo mismo sucedió cuando contactamos a cada uno de los laboratorios en forma independiente y a las diferentes cadenas de farmacias que existen en el mercado: BTL, Fasa, Inkafarma, Boticas Arcángel y Boticas & Salud.
viernes, 20 de noviembre de 2009
El CADE : Una Cumbre de Patriarcas
Estos 242 años de experiencia, lo que suman sus edades, se reunirán el próximo jueves para reflexionar sobre más de medio siglo construyendo pequeños imperios: 16 presidentes, 5 golpes de Estado, crisis financieras, fenómenos de El Niño, desastres naturales, conflictos armados; en una era marcada por los antagonismos entre capitalismo y comunismo, terrorismo, corrupción, conflictos sociales, pobreza, tratados de libre comercio, estabilidad y “boom” económico. Su conferencia se llamará “50 años ¿qué hemos logrado?” “Son tres empresarios que se forjaron en contextos distintos, será enriquecedor oírlos”, dijo Óscar Rivera, presidente de la CADE 2009.
SOBREVIVIENTES
Para el sociólogo Francisco Durand, profesor en la Universidad de Texas, que ha investigado la historia de los grupos empresariales en el Perú, la globalización cayó como un meteoro sobre los llamados 12 apóstoles. “Los apóstoles eran como los dinosaurios, una especie grande pero vulnerable, cuya sobrevivencia dependía de rentas del Estado y de la protección del mercado interno. Al cambiar el clima, serían gradualmente eliminados”, señaló Durand. De las 12 familias, junto con los tres patriarcas, solo quedan los Raffo y los Ferreyros, pero en menor escala.
Los demás grupos, Wiese, Bentín, Lanata Piaggio, Nicolini, Delgado Parker y Picasso casi han desaparecido. En 1991, siguiendo los consejos del equipo de economistas que contribuyeron a la inserción económica, Alberto Fujimori implementó políticas liberales y acabó definitivamente con el proteccionismo que impulsó el primer mandato de Alan García. Con miras a llamar capitales globales en un país que era presa de la crisis y el terrorismo, Fujimori desrreguló varios mercados, privatizó decenas de empresas públicas, aprobó los hasta ahora polémicos contratos de estabilidad tributaria y redujo aranceles, para que miles de productos manufacturados ingresaran a competir con la empresa nacional.
Para Fernando Zavala, ex ministro de Economía, y presidente de la CADE 2008, los apóstoles —a diferencia de los grupos Benavides, Brescia y Romero— no se abrieron al mismo ritmo de la economía. “No profesionalizaron sus cuadros ejecutivos y dejaron todo en manos de la familia. La captación de capital global implicaba importar mejores prácticas de gobierno corporativo, como la transparencia. Pero muchas no se adaptaron, perdieron financiamiento, dejaron de crecer y finalmente fueron absorbidos por otras empresas”, dijo Zavala.
SIMILITUDES
Una característica común de los grupos que formaron los tres patriarcas de esta CADE es que en los últimos 10 años han captado capital fresco del exterior, a través del mercado de capitales, como son los casos de Credicorp y Buenaventura; o de socios regionales, como los Brescia, asociados con BBVA, Starwood o Sigdo Koppers.
Por otro lado, a pesar de que en los tres grupos existen miembros de la familia en cargos claves, la masa crítica de las gerencias está en manos de jóvenes ejecutivos, que son supervisados —en la mayoría de grupos— por directores independientes. “Ya no se habla de patrones, sino de grupos, esa es una diferencia que ha cambiado en el perfil de los nuevos CEO (gerentes generales) de estos conglomerados”, explica Carmen Rosa Graham, consultora que forma parte del comité organizador de la CADE.
¿Qué característica deberán tener los que ocupen en el futuro la mesa de Benavides, Brescia y Romero? “Tendrán que ser globales, mirar el mundo como su mercado. La foto, en 25 años, será la de tres empresarios globales, regionales. Pero no solo por exportar, sino porque están presentes”, dice Julio Luque, presidente ejecutivo de la consultora Métrica. ¿Quiénes se perfilan? Apellidos como Rodríguez—Pastor, Hochschild, Wong, Añaños, Belmont, Rodríguez, Rizo Patrón y Dyer suenan con fuerza
Si los pronósticos se cumplen, quizás ellos ocupen unas páginas en los libros sobre magnates de Latinoamérica, un paso que ninguno de sus antecesores pudo dar.
viernes, 13 de noviembre de 2009
El Hilo de la Madeja
EL HILO DE LA MADEJA
La calidad del algodón peruano nos abrió las puertas del mercado estadounidense de prendas de vestir hace más de una década.
En el caso de la producción local de algodón, además de la paulatina reducción de la capacidad y calidad de la oferta, las relaciones entre compradores y productores de algodón se han distorsionado por intervenciones estatales que han emitido señales incorrectas en materia de estabilidad y predictibilidad de la actividad.
Si la producción nacional de algodón pierde terreno por su baja competitividad y no tanto por subsidios en el extranjero, entonces haría falta más que apoyo estatal. Haría falta realizar cambios internos para que la producción de algodón vuelva a ser competitiva.
La coyuntura actual exige la reacción inmediata de todos los miembros de la cadena textil. La prioridad se centra en lograr una mayor articulación entre la parte agrícola y la industrial. Para esta última, un resurgimiento algodonero podría significar menores costos de transacción y mayores beneficios. En consecuencia, el sector industrial textil debe ser el principal generador del cambio, pues sus alternativas de acción derivan en el plano tecnológico.
Las autoridades correspondientes deben entender que no es posible diseñar una política que no respete la cultura de mercado en materia de precios, subsidios, ejecución de garantías y todas las medidas necesarias para propiciar, nuevamente, la viabilidad de los mecanismos de articulación naturales al interior de la cadena productiva. Los rescates financieros, las condonaciones de deudas y otras medidas intervencionistas, podrían aumentar la percepción del riesgo asociado a iniciativas como el financiamiento y garantía que una empresa textilera pudiera brindar a una asociación de algodoneros de manera coordinada.
Si el Estado se limita a garantizar las condiciones mencionadas y evita la tentación de intervenir excesivamente y de manera errática, la industria tendrá incentivos para propiciar mecanismos que permitan aumentar el grado de investigación e inversión, y así poder superar, en un mediano plazo, la actual problemática.
La calidad del algodón peruano nos abrió las puertas del mercado estadounidense de prendas de vestir hace más de una década.
En el caso de la producción local de algodón, además de la paulatina reducción de la capacidad y calidad de la oferta, las relaciones entre compradores y productores de algodón se han distorsionado por intervenciones estatales que han emitido señales incorrectas en materia de estabilidad y predictibilidad de la actividad.
Si la producción nacional de algodón pierde terreno por su baja competitividad y no tanto por subsidios en el extranjero, entonces haría falta más que apoyo estatal. Haría falta realizar cambios internos para que la producción de algodón vuelva a ser competitiva.
La coyuntura actual exige la reacción inmediata de todos los miembros de la cadena textil. La prioridad se centra en lograr una mayor articulación entre la parte agrícola y la industrial. Para esta última, un resurgimiento algodonero podría significar menores costos de transacción y mayores beneficios. En consecuencia, el sector industrial textil debe ser el principal generador del cambio, pues sus alternativas de acción derivan en el plano tecnológico.
Las autoridades correspondientes deben entender que no es posible diseñar una política que no respete la cultura de mercado en materia de precios, subsidios, ejecución de garantías y todas las medidas necesarias para propiciar, nuevamente, la viabilidad de los mecanismos de articulación naturales al interior de la cadena productiva. Los rescates financieros, las condonaciones de deudas y otras medidas intervencionistas, podrían aumentar la percepción del riesgo asociado a iniciativas como el financiamiento y garantía que una empresa textilera pudiera brindar a una asociación de algodoneros de manera coordinada.
Si el Estado se limita a garantizar las condiciones mencionadas y evita la tentación de intervenir excesivamente y de manera errática, la industria tendrá incentivos para propiciar mecanismos que permitan aumentar el grado de investigación e inversión, y así poder superar, en un mediano plazo, la actual problemática.
viernes, 6 de noviembre de 2009
La Teoria de la demanda del consumidor
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